Estanterías de madera de la época en color blanco, tallas en color dorado y fondo de espejo ocupan sus paredes de suelo a techo. Se conserva el espléndido botamen de cerámica francesa original del siglo XIX que ocupa todo el perímetro de las estanterías.

Todo el conjunto está presidido en el techo por un gran fresco circular de 2 metros de diámetro que representa una alegoría de la farmacia. Obra del pintor y ceramista Daniel Zuloaga, en él aparece Higía, diosa griega de la salud y la higiene, sosteniendo la famosa copa y la serpiente en una mano (símbolo de la profesión farmacéutica), una planta medicinal en la otra y rodeada por 7 angelitos que a su vez portan diversos objetos relacionados con la Farmacia. Aporta al conjunto de la farmacia un carácter único y espectacular que hace que la visita merezca la pena para ver una de “esas farmacias que ya no quedan”.

Conocida también como la farmacia de “La Beata”, debe ese nombre a Elvira Moragas Cantarero, primera mujer farmacéutica de la Universidad de Madrid y primera mujer que en toda España regentó su propia farmacia. Asesinada en la Guerra Civil y beatificada en 1998, patrona de los farmacéuticos de Polonia, la historia completa de esta farmacéutica es fascinante y os invitamos a pasaros y preguntarnos, estaremos encantados de explicaros su historia.

Después de ser propiedad de la Familia Moragas, y tras varios propietarios, la farmacia es comprada en 1974 por la Lda. María Carmen Arteaga, que tras más de 40 años sigue dispensando y dando consejo farmacéutico en el barrio como si fuera el primer día.

En contraste con lo antiguo, conservado y restaurado, la farmacia cuenta con el material más moderno para realizar análisis clínicos, equipamiento y zona de atención farmacéutica conforme a las necesidades actuales y un laboratorio de formulación magistral en el que preparamos fórmulas magistrales y preparados oficinales individualizados para cada paciente.